El miedo extremo, el máximo que puede experimentar una persona al tener que hablar en público se denomina glosofobia. Es mucho más que el «pánico escénico» con el que frecuentemente tratan de definir las personas lo que les sucede cuando padecen este trastorno.
Al momento de tener que hablar en público y, sobre todo, si la situación exige hacerlo bien como en eventos laborales o de mucha significación, acontece un súbito ataque de temor irracional incontrolable,superlativo, paralizante, acompañado de sensaciones fisiológicas como aumento de la frecuencia cardiaca, sudoración fría, temblor de las manos, enrojecimiento de las mejillas y orejas, engarrotamiento, tics nerviosos,extrema tensión nerviosa, sensación de ahogo, temblor de voz, náuseas, dolor de cabeza y en algunos casos náuseas, vómitos, mareos y hasta desmayos.
Aunado a lo anterior, también suelen padecer confusión mental, pérdida de sentido en el orden de las ideas, falla de la memoria y concentración, pensamientos auto lacerantes de minusvaloración en la auto estima; además de una lluvia de pensamientos intrusivos parecidos al ataque de un enjambre de avispas: «Van a pensar que soy idiota» ,»Me van a criticar despiadadamente», «Se van a burlar de mí», «Voy a perder el trabajo pues creerán que no sé nada de lo que debo de saber», «Voy a hacer quedar mal a mi jefe», «No entenderán lo que les diga», «Se me va a olvidar todo» ,»Empezaré a tartamudear», «¡Qué horrible estoy sintiendo al hablar ante este público», «Quisiera salir corriendo de aquí», «¡Auxilio, que alguien me ayude!» y un lago etcétera.
El miedo a hablar en público, poco a poco se puede ir convirtiendo en glosofobia. Generalmente las personas que sienten timidez para expresarse en público evitan hacerlo, se las ingenian para evadir las situaciones en que tendrían que hacerlo, pero, a veces y, sobre todo, en el ámbito laboral es ineludible el tener que hablar en público.
Recuerdo el caso de un alumno al que le impartí un curso particular de oratoria que presentaba un caso severo de glosofobia.
Me refirió que desde que era niño se las había ingeniado para evitar al máximo posible el tener que hablar en público. En sus años de formación académica, desde los grados elementales, hasta los estudios profesionales, siempre había sorteado muchas veces con triquiñuelas el tener que hablar en público. En su desarrollo laboral fue escalando posiciones de mayor relevancia. De pronto, en un gran salto laboral asumió un cargo directivo de mucha importancia y visibilidad social.
Su añeja timidez para hablar en público se había desarrollado, había crecido hasta transformarse en glosofobia. El estrés intenso y el sufrimiento que sentía tan solo en pensar que tendría que hablar en público le provocaba angustia, intranquilidad e insomnio en algunas ocasiones. Los trucos y triquiñuelas para evitar hablar en público se fueron agotando, se sentía acorralado a pesar de que lograba delegar esa tarea en sus subordinados. Hasta que que se presentaron ocasiones ineludibles.
Recién había asumido su nuevo cargo y debido a su alta visibilidad social en un evento al que fue invitado, el anfitrión, como un gesto de deferencia y atención a este invitado tan importante le pidió que les honrará dirigiendo unas palabras a los asistentes al evento… No había forma de escapar, trató cortésmente de eludir la situación, pero el anfitrión queriendo hacerlo sentir muy bien y adular su ego, le preguntó al público «¿Verdad que será un honor para todos nosotros escuchar una palabras de…» La atronadora respuesta fue «¡Sí!» al mismo tiempo que el anfitrión propició la clásica avalancha de voces arrolladoras a manera de porra improvisada: «¡Qué pase, qué pase, qué pase!» … Y tuvo que pasar. -el anfitrión corrió con suerte de pertenecer a otro ámbito laboral que el invitado a hacer uso de la palabra, si hubiera pertenecido al mismo, le hubiera costado el trabajo- Queriendo distinguirlo y hacerlo sentir bien e importante, literalmente lo estaba llevando al potro de tortura.
Lo que pudo decir el invitado a hacer uso de la palabra se pareció más a lo que podría decir una persona correteada por un oso, a unas palabras memorables -de alguna manera sí fueron memorables por la sarta de incoherencias que dijo-
Las personas que padecen de alguna fobia, además del tremendo grado de ansiedad y sufrimiento que padecen cada vez que se ven expuestas a las situaciones que la detonan, suelen sufrir también de incomprensión, críticas despiadadas, señalamientos crueles e injustos, por ejemplo: una persona que padezca de aracnofobia (miedo superlativo a los arácnidos, fobia a las arañas), puede ver a una pequeña arañita minúscula en una mesa en la que esté compartiendo la comida con varias personas y reaccionar como si estuviera a punto de ser atacada por un tigre hambriento o un Tiranosaurio rex.
A lo mejor, su reacción automática e incontrolable en un ataque superlativo de miedo incontrolable hace que se levante intempestivamente derramando la jarra del agua en la mesa, tirando algunos platos y vasos al suelo en su huida.
Para quienes desconocen lo que es una fobia y las reacciones que puede ocasionar a quien sí la padece, las críticas, juicios crueles y señalamientos despiadados no se harán esperar: «¡Que exageración y falta de respeto a todos», «¡Cómo siempre queriendo llamar la atención!» , «¡Tiene un desequilibrio mental», «¡Qué infantil,qué ridículo!» y un largo etcétera de críticas, descalificaciones, señalamientos e incomprensiones.
La glosofobia es la número uno estadísticamente de personas que padecen fobias. Puede llegar a constituir un freno y obstáculo en el desarrollo laboral, profesional y social de las personas.
Mi exalumno, a raíz de la amarguísima experiencia que experimentó cuando se vio literalmente obligado a hablar en público, más otras dos ocasiones en las que en eventos laborales también lo tuvo que hacer, comprendió que estaba en riesgo su trabajo y su desarrollo profesional. Fue entonces que buscando en la web me encontró. Le impartí un curso personalizado y actualmente afronta con elocuencia, seguridad, aplomo, confianza y éxito foros nacionales e internacionales de gran exigencia… y lo más importante de todo, cada ocasión en que tiene que hacer uso de la palabra hablada ante el público lo disfruta intensamente.
La glosofobia es la gran fuerza y potencia de la mente y las emociones de la persona que tiene que hablar en público y trabaja en su contra.
En mi curso te enseñaré a que toda esa fuerza y potencia de tu mente y tus emociones trabajen a tu favor cuando tengas que hablar en público, haciendo de tu palabra la huella digital de tu ser, tu instrumento de poder y liderazgo.
No permitas que improvisados, personas que tomaron algún cursito de coaching de pseudopsicología te enseñen a quitarte el miedo a hablar en público con técnicas que muchas veces son verdaderas agresiones psicológicas.
Si te has cansado de sufrir intensamente cada vez que tienes que hablar en público, si ya no soportas que cada vez que lo haces sientes como si te correteara un oso, un tigre o un Tiranosaurio rex, tengo la solución, guía y apoyo profesional para convertir tu fuerza mental – emocional en elocuencia y poder de liderazgo a través de la palabra hablada.
Cuenta conmigo, tu asesor y consultor profesional en oratoria.
Jesús González S